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sábado, 6 de noviembre de 2010

Y las hojas caen, y el viento las arrastra como lo hace con mi alma.*

El otoño llega, y las hojas caen, y el viento las arrastra como lo hace con mi alma. Y los sentimientos flotan en el aire, las lágrimas viajan con las nubes, el amor muda de piel.
El corazón se vacía, se olvida y se duerme, mientras el cielo va adquiriendo aquel color rosa. Y los labios se cortan, las miradas se apagan, las manos se ocultan y las lenguas se esconden.
El amor se va, como las aves, a un lugar más cálido y confortable, donde poder alojarse mientras el frío se acomoda en nuestro cuerpo. Y, al cerrar los ojos, no se sueña, no se viaja, no se ama.
Pero la amistad perdura, y mueve los músculos. Y calienta los huesos, alimenta las palabras, completa los momentos y desoxida tus sentimientos.
El cuerpo vive, pero, mientras tanto, el corazón muere.
Y las hojas caen, y el viento las arrastra como lo hace con mi alma, vacía... Que espera volver a llenarse.

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