![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhje3vOjl2BfWc93f8eQJFSXB4pG4Cy64XD6OxWqqA_euwUU3SCIT26D2PGaCC2OZ7Z9IoRwerqWE81EC56XkOGkeq2L16v_5cL1qde5IJYR75x2RAVm4NQYdnKZ5ZK_QM0r4Xf14SIaRs/s320/camino_a_la_esperanza.jpg)
Hay veces que alguien te atraviesa el corazón con una sola mirada. Y, cada mirada de después, sigue despertando en ti esa extraña sensación. A veces piensas que, con aquella mirada, algo más que vuestros ojos se juntaron. Llegas a creer que todo ocurrió por una razón, que aquel momento gritaba todo lo que vosotros no sois capaces de decir. Pero, cuando vuelves a mirar y notas que su mirada está ausente, que no es a ti a quién busca, pedazos de aquella vana esperanza desaparecen. Y piensas que quizás te equivocarte al creer algo solo por su apariencia, que te adelantaste a unos hechos que tal vez ni son reales, que sueñas con cosas que no podrían llegar a ser posibles. Y duele, te atraviesa el corazón. Quizás no igual que aquellas miradas, pero sí el rastro que se deja al no volver tenerlas.
¿El amor? El amor es cosa de dos. Y yo aún soy solo una.